Murió
Mario Upegui, uno de los clásicos comunistas colombianos que fuera
alumno de Camilo Torres
Por Dick Emanuelsson
TEGUCIGALPA /
2012-04-05 / Ser comunista
colombiano es vivir siempre sobre el filo de la navaja, sintiendo a cada paso,
el roce de la vida y de la muerte.
Un comunista que
asuma su papel de líder, prácticamente está firmando su propia muerte, las
estadísticas colombianas así nos lo confirman.
Mario Upeguí fue
uno de esos personajes y ya no está entre nosotros. Murió ayer a los 76 años
después de una larga enfermedad. Un hombre que según los parámetros que
estableció el terrorismo de estado en su tierra, debería haber muerto hace rato
como los miles de camaradas tanto del PCC como de la Unión Patriótica, pues fue
uno de los fundadores.
No voy a
mencionar todos sus cargos, no fue eso lo que llenaba de orgullo a este hombre
que jamás se sintió importante y se mantuvo fiel a sus raíces entrelazadas
entre el pueblo trabajador. Recuerdo
que lo conocí en el mes de
marzo de 1988; lo entrevisté mientras recorríamos el barrio de Policarpa y él
me iba relatando que por fin la alcaldía o el ministerio de educación –para ser
sincero debo decir que no recuerdo que institución estatal era- había entregado
el presupuesto para construir, en ese barrio distante a diez cuadras de la casa
presidencial, un colegio de cinco pisos al lado de la Casa de Cultura.
Casa en cuyas
paredes podían verse grandes cuadros de Bolívar, el Che, Fidel, Lenin, Marx
pretendiendo crear conciencia política en el barrio.
EL TRABAJO
PARA UNA CASA DIGNA para los
trabajadores colombianos fue una de las tareas primordiales que sentía, debían
cumplirse, en comunión con las decisiones del partido. Nunca actuó por sí sólo,
era un convencido que sin base política y organización no se produce nada. Sus
criterios lo convirtieron en uno de los líderes naturales para dirigir la
legendaria PROVIVIENDA, organismo creado por el Partido Comunista Colombiano
que logró construir más de 200 barrios en el territorio nacional. Ese fue su
reto contra las constructoras mafiosas que en unidad con los políticos
oligarcas tantas veces engañaron a los colombianos, invitándolos a invertir en
vivienda generando montones de sueños truncados, como por ejemplo cuando
levantaron barrios sin agua potable o sin salida cloacal.
Los ojos de Mario
brillaban cuando me contaba lo
sucedido en la Semana Santa
de 1966, cuando las mujeres
comunistas se enfrentaron con la policía y el ejército, con baldes de agua
hirviendo. La fuerza represiva estaba allí para aplastar y desalojar a
centenares de familias que habían colocado palos y plástico negro haciendo de
techo, en la toma de los terrenos que sería luego el barrio Policarpa, en
Bogotá, diez cuadras de la Casa Presidencial.
Ese fue el barrio
más comunista de Colombia, como decían los oligarcas con odio pero también con
temor y respeto en la voz porque conocían el tesón de esa gente.
ME CONTÓ MI
VIEJO AMIGO, compañero y
colega Álvaro Angarita, ex periodista del semanario VOZ (órgano central del
PCC) que Mario Upegui aprendió a leer y escribir gracias a Camilo Torres, el
cura que posteriormente fue guerrillero y murió en su primer combate el 15 de
febrero de 1966.
A los 13 o 14
años Mario lo acompañó como guardaespaldas y así comenzó su vida
revolucionaría. Dedicado a la causa popular y para cimentar las piezas para la
Revolución que soñó tanto Camilo Torres, como Mario Upegui, siguió su
lucha consecuente hasta sus últimos minutos de vida. Casi nunca faltaba Mario
en los eventos y homenajes anuales en Bogota a su mentor. Y muchas veces fue
uno de los principales oradores.
LA VOZ DE
MARIO TENÍA FUERZA, más de un militar habrá sentido envidia por ese tono
marcial pero con tremendo contenido de clase. Fue un agitador clásico que
conmovía a las masas, lejos de ser demagogo
o populista, sino por poder entablar una relación que surgía como producto de
las mismas luchas por una vida y un estado nuevo. Porque eran las mismas raíces
de la clase obrera, pobre y explotada por una oligarquía militarista, clasista
e intolerante, las que formaban el pensamiento comunista que Mario nunca dejó.
Los comunistas y
el pueblo trabajador, no sólo en Bogotá sino en toda Colombia, están de luto.
El mismo luto que hoy llevamos quienes tuvimos la honra de conocerlo, pero no
hay lugar a lágrimas ni a tristezas. Diremos, como el mismo decía ante las
tumbas de tantos camaradas que entregaron sus vidas en aras del mundo mejor:
¡´´NI UN
MINUTO DE SILENCIO, TODA UNA VIDA DE COMBATE´´!
¡¡¡¡CAMARADA
MARIO UPEGUI, HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!!!!